Exposiciones, conciertos y cultura con niños
Quizás que el papá de Marabico se licenciara en Historia del Arte, o que la mamá le encante la Opera son circunstancias que han favorecido que en nuestra vida desde que Mara era bebé, las visitas a museos y exposiciones se han ido dando de forma muy natural.
Ir a un museo con niños parece algo muy complicado. Ir con un peque a un sitio donde se debe guardar silencio, no se puede tocar nada, no dejan corretear… No parece muy buena idea de primeras.
Pero si lo hacemos desde muy pequeños se acostumbran a la situación, lo mismo que han aprendido a ir a la biblioteca, aprenden las reglas y a disfrutar ese rato también. Mientras sea un bebé y vaya en el fular de porteo o en el carrito de bebé, normalmente no hay problema, y es bueno hacerlo para que esos espacios se reconozcan, pero con un pequeño que no para de hablar, de moverse y de tocarlo todo ya es distinto y la cosa se complica sino hay un trabajo previo o el lugar está adaptado para los niños..
Cuentos e historias familiares…Aprender con niños
Aún así creo que merece la pena. Compartir este momento con nuestro hijo, ver las piezas expuestas a través de sus ojos, con su capacidad de asombro… Ver como con el tiempo se puede ir cada vez a sitios más complejos, como van entendiendo el sentido de estos lugares y como relacionan lo visto con sus juegos y charlas.
Consejos para visitar museos y exposiciones con niños
- Empezar con exposiciones pequeñas, locales, cortas en el tiempo teniendo en cuenta su tiempo de aguante.Y si es posible elegir temas que les sean familiares por cuentos o dibujos que conozcan. Los dinosaurios, mamuts, leones o lobos aparecen reiteradamente y son un buen punto de partida.
- Aprovechar en nuestros viajes con nuestros hijos también para visitar algún museo o monumento, ya que normalmente estamos más tranquilos en vacaciones, no tenemos tanta prisa y tenemos más paciencia de ir explicando todo..
- No esperar que podamos realizar la visita al museo como si estuviéramos solos… La experiencia no será igual, la concentración tampoco y el disfrute será diferente. No disfrutaremos menos, pero seguro que será de una forma distinta. No podemos leer cada título, cada texto explicativo, pero seguro nos sorprenderán con su particular punto de vista.
El objetivo no es que ellos estén tranquilos y no nos molesten durante la visita. El objetivo es que ellos también lo disfruten, que se involucren. Contarles cuentos sobre los cuadros, sobre las piezas que vamos encontrando, o señalarles cosas según su interés.
Por ejemplo, cuando Mara tenía 2 años estuvimos en Grecia y visitamos algunas espectaculares Iglesias Ortodoxas en Thessaloniki (las reglas son las mismas como en los museos, silencio, no tocar, no corretear) ahí entre todos los iconos estábamos buscando “el bebé” y había que estar en silencio porque el bebé estaba dormido.
- No querer ver todo. Depende del tamaño del museo incluso para nosotros, para los adultos puede llegar a cansar. Para un niño, tantos estímulos, tanto tiempo de concentrarse en una cosa, es imposible. Veamos lo que más nos interesa, y si el niño aún no se ha cansado pasamos al siguiente y si ya no puede más mejor terminar la visita, para que nos quedemos con el buen recuerdo. Las pausas son necesarias y seguro que el propio edificio tiene rincones fascinantes donde jugar.
- Leer y contar historias sobre lo que vamos a ver, la época, el lugar o las obras. Se pueden adaptar a cada edad y relacionarlas con lo que conocen, yo he metido a Pepa Pig en el museo del Prado o siendo más mayor su madre ha leido con ella un libro de detectives que sucede dentro de un museo.
Jugar a visitar museos y monumentos con niños
La actitud es la misma que ante una excursión, debemos jugar a ir al museo o jugar a recorrer un monumento y descubrir sus secretos.
Afortunadamente las gestoras de los museos son cada vez más receptivas al público infantil, y organizan actividades o visitas temáticas que son una verdadera oportunidad para descubrir y aprender juntos.
Jugando a ir de excursión. Senderismo con bebés y niños.
Es labor de los padres y educadores habituarlos y explicarles las normas de funcionamiento. Estamos jugando, pero no todo vale. Lo mismo que se puede jugar en la cocina pero no se pueden tocar los cuchillos, en los museos y monumentos se puede y se debe jugar pero hay cosas que no se pueden tocar y eso no es un problema para seguir jugando a encontrar secretos escondidos.
Si desde bien pequeños compartimos estos momentos con nuestros peques, ellos también aprenden a disfrutarlo. Si los recuerdos que guardamos de estas visitas salen del típico “no hables, no toques nada y compórtate bien” sino es un rato más para contar historias y estar juntos, para los niños no parecerá la cosa más aburrida del mundo: visitar un museo.
Quizás el consejo más importante es el de eliminar nuestros propios prejuicios y acercarnos a exposiciones, monumentos y museos de modo natural y habitual y con la mirada de un niño.
Todos tenemos cerca ofertas culturales que no visitamos por excusas varias. Si comenzamos a hacerlo y los vemos con nuestros hijos desde pequeños, aprenderemos juntos y seguro que será una de esas actitudes que imitarán. Esa es nuestra aportación a la crianza natural.
Crianza con apego, natural, tradicional… y el sentido común
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